ZARAKIÉL ©
Tú,
caminante cuyos pasos han transitado
muchos senderos, que ahora requieres ahondar en el camino, tus manos ansiosas
buscan lo desconocido y tu corazón lleno de anhelo presiente aquel misterio.
Tus
pasos a veces firmes y las más
vacilantes ya conocen ahora que no existen otros senderos sino; solo uno.
¡¡¡Valiente!!!;
el misterio se acerca; que vuestro corazón no se amedrente, con templanza
empuña el Hastapura, solo ella podrá darte lo que requieres para hacerle frente
a aquello que te manipula.
El
dragón negro, feroz y terrible guardián del misterio espera tu llegada, no
temas; ten fe pues posees la valentía osadía y arrojo de enfrentarle hasta
obtener la victoria sobre él y sus desdichadas
como tétricas tinieblas.
La
tentación a veces sutilmente lujuriosa y otras tantas con furia terrible y
aberrante, buscara que comas del fruto prohibido, oh¡¡¡., tened precaución de
caer en sus subliminales atrocidades; haceros de la templanza para rechazar tan
sensual ofrecimiento y más bien, cobíjate con el árbol de la ciencia y
sabiduría pura, te baste solo el delicioso aroma del fruto; mas no comáis de la
sensualidad de aquellas manzanas del jardín de las hespérides, procurad beber
siempre agua pura de rico manantial; rechaza y olvida la existencia del erótico
y concupiscente vinagre que deja mal
sabor y terrorífico malestar por muchos
tiempos.
Procurad
tu primogenitura, jamás la regales por vianda ignara y fugaz; aprende a
escuchar la voz silenciosa y solitaria que aguarda que tu voluntad asienta y
viva su sabiduría.
Procurad
a vuestra lámpara encendida rico aceite de calidad suma y deliciosos inciensos
de aroma y dulce ambrosia, tened caro
cuidado y protegedle con eximio resguardo para que el ocioso vendaval jamás le
apague pues de hacerlo quedarías en penumbra y negras tinieblas.
Dime
tú, intrépido laborante; si capaz eres
de romper esos hilos negros y tenebrosos de fatalidad que te dominan.
Dime
tú, guerrero y osado laborante; si capaz
eres de destruir y aniquilar por completo y llevar a la hoguera de tu purificación al
terrible titiritero que manipula los hilos
siniestros de tu vana, necia y falsa
existencia.
Musas
de la existencia, orfebres del universo, bellos luceros de la creación que mi
verbo luz otorgue sabiduría al que pacientemente se resguarda y escucha.
Caminante
que adentras ya en la sabiduría del misterio que de tu sagrado cáliz no se derrame gota
alguna del néctar delicioso de la vid, es oro de calidad extrema y
excelentísima luz en ave de albo plumaje.
Que
el fuego crepitante de tu íntima
creación ascienda por las columnas de tu sagrado templo, iluminando y
purificando ricamente tu sagrario interior, y en el ara sacra, perfectamente labrada
y pulida, realiza el milagro sublime de la divina transustanciación, que la radiante y aurea cúpula, paciente y
anhelante aguarde la llegada de la sagrada sabiduría que es la luz de la luz del
verbo solar, que es el verbo solar mismo.
Usa
el fuego sagrado que en luengos años adquiriste de aquel atrora bello lucero y
procurad que la furia carroñera del error jamás devore tus entrañas, blande la
divina espada que te ha sido otorgada y enfrentadle con gallardía, que el martillo
de la tenacidad te dará como triunfo final, la corona de la victoria que siempre
es y ha sido tuya.
Sed
capaces de laborar en la penumbra voluntariamente y de ella extraer la más
excelsa luz, que es sabiduría divina que obtiene aquel que sabiamente conoce
del secretum secretorum de su laboratorium oratorium.
Penetra
victorioso en la deliciosa selva que aguarda plácidamente la llegada del
guerrero acucioso y laborante, capaz de vencer las embravecidas y tormentosas
aguas del borrascoso mar de la apócrifa ilusión que es la existencia misma…
Ya
que pasos haz dado en tu peregrinar, no te detengas, procurad que la fatiga y
el hastió no hagan presa a tu voluntad, prosigue con el rítmico y armonioso
vaivén y con el influjo radiante de tu propia luz que se hará intensa en tu
continuo caminar, siempre haz porque tu alba luz brille más intensamente a cada
paso hacia adelante que das.
Si
lágrimas vertidas hay por el arrepentimiento puro y sincero, sábelo; son el
dulce consuelo de aquel quien anhelas en algún tiempo ser y alcanzar.
IO
SOY, el misterio que buscáis anhelante, quien os habla, a ti, a ti me dirijo
alma mía, no busquéis ansiosamente pues aquí estoy IO y siempre he estado en
vos.
¡¡¡Abre
tus ojos y mírame!!!; ¡¡¡IO soy lo que
aspiras con vehemente anhelo SER!!!.
A
vosotros, la humanidad y futuros terrígenos; mis hermanos todos, ZARAKIÉL.
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